El laboratorio

Mientras su hermana estaba al lado de su cama en aquel frío laboratorio, la planta de Gregorio era un verdadero hervidero de gente. Todo el mundo entraba y salía, iba y venía, subía y bajaba, aquella anómala situación, aquella extraña metamorfosis era una ocasión excepcional para la comunidad científica. Pero ella permanecía ajena a todo, ella solo quería que su hermano la sintiese cerca...

Los hombres de plástico trabajaban y trabajaban y trabajaban mientras ella estaba allí. Por una parte, lo alimentaba, le llevaba restos de comida, basura maloliente, abonos de la fábrica Aboger, restos orgánicos de la carnicería Lauren... Por otra parte, lo cuidaba y le daba mimos en estos momentos en los que nadie quería saber nada de él y nadie sabía qué hacer con él ella estaba ahí: lo abrazaba, le daba besos, acariciaba sus patitas, lo aseaba, limpiaba la habitación cada media hora. Quería que su hermano fuera la persona más feliz del mundo o... mejor dicho, el insecto más feliz del mundo a pesar de que para muchos tenía una apariencia asquerosa y repugnante.

Estoy haciendo lo correcto, él siempre ha estado a mi lado, me ha acompañado a todas partes, ha sido mi mayor confidente, mi cómplice, mi amigo... Él haría lo mismo por mí.